Cuesta abajo by Michael Connelly

Cuesta abajo by Michael Connelly

autor:Michael Connelly [Connelly, Michael]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2010-12-31T16:00:00+00:00


22

Era una de las pocas veces que había dejado que fuese Chu el conductor. Bosch estaba sentado en la parte de atrás junto a Clayton Pell. Quería estar a su lado, por si se producía una reacción violenta. Unos minutos antes, al ver las dos series de imágenes de reconocimiento, en ambos casos había señalado la foto de Chilton Hardy. Después de hacerlo se había sumido en una rabia sorda y profunda. Bosch se daba cuenta y quería estar junto a él por si era necesario hacer algo al respecto.

Hannah Stone estaba sentada junto a Chu, de tal forma que Bosch podía verla tan bien como a Pell. Stone tenía una expresión de inquietud en la cara. Estaba claro que le preocupaba que las heridas de Pell se hubieran reabierto.

Bosch y Chu habían planeado el trayecto antes de llegar al edificio Buena Vista y recoger a Pell. Desde el centro de acogida fueron a Travel Town, en Griffith Park, para que Pell pudiera ver el que parecía ser uno de los escasos buenos recuerdos de su niñez. Pell quería salir y ver los trenes, pero Bosch le dijo que no había tiempo para hacerlo. Lo cierto era que no quería que Pell viese a los niños montados en los trenecitos.

Chu acababa de torcer a la derecha por Cahuenga y empezaba a dirigirse al norte hacia la dirección en la que Chilton Hardy supuestamente había estado residiendo durante el período en que Clayton Pell vivió con él. Habían convenido en no señalar a Pell el bloque de pisos, a la espera de que fuese él mismo quien lo reconociera.

Cuando se encontraban a dos manzanas de distancia, Pell empezó a dar muestras de reconocer la zona.

—Sí, vivíamos por aquí. Pensaba que aquello era una escuela y quería que me dejasen ir.

Señaló una guardería privada tras cuyo vallado había un jardín con un columpio. Bosch entendía que un niño de ocho años pudiera pensar que se trataba de un colegio.

Estaban aproximándose al edificio de pisos, que se hallaba en el lado de la ventanilla de Pell. Chu redujo la marcha y fue acercándose a la acera, de una forma que Bosch encontró demasiado reveladora, pero pasaron de largo frente a la dirección sin que Pell dijera una sola palabra.

No se trataba de una catástrofe, pero Bosch se sintió decepcionado. Estaba pensando en un posible juicio. Si estuviera en situación de testificar que Pell había señalado el bloque de apartamentos sin ayuda de nadie, la versión de Pell resultaría más sólida. Si se veían obligados a llamar la atención de Pell sobre aquel lugar, un abogado defensor siempre podría alegar que Pell estaba manipulando a los policías y ofreciendo un testimonio nacido de fantasías de venganza.

—¿Ha visto alguna cosa? —preguntó Bosch.

—Sí, creo que hemos pasado por delante. Pero no estoy seguro.

—¿Quiere que demos media vuelta?

—Sí, si no hay ningún problema.

—Claro. ¿Por qué lado estaba mirando?

—Por mi lado.

Bosch asintió. Las cosas de pronto tenían mejor aspecto.

—Inspector Chu —dijo—. En lugar de dar media vuelta, gire a la derecha y dé la vuelta, para que el edificio siga quedando por el lado de Clayton.



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